Santidad:
Escribo esta carta con amor por la Iglesia y sincero respeto hacia su ministerio. Usted es el Vicario de Cristo en la tierra, el pastor de su grey, el sucesor de San Pedro y, por lo tanto, la roca sobre la que Cristo construirá su Iglesia. Todos los católicos, clero y laicos por igual, deben dirigirse a usted con lealtad filial y obediencia fundamentadas en la verdad. La Iglesia se dirige a usted con espíritu de fe, con la esperanza que usted la guíe con amor.
Sin embargo, Santidad, su pontificado parece estar marcado por una confusión crónica. La luz de la fe, la esperanza y el amor no está ausente, pero demasiado a menudo está oscurecida por la ambigüedad de sus palabras y acciones. Esto hace que entre los fieles haya una cada vez mayor inquietud, comprometiendo su capacidad de amor, alegría y paz. Permítame poner unos ejemplos.
El primero atañe a la disputa en relación al Capítulo ocho de “Amoris Laetitia”. No necesito compartir mis propias preocupaciones acerca de su contenido. Otros, no sólo teólogos, sino también cardenales y obispos, ya lo han hecho. La preocupación principal es su manera de enseñar. En “Amoris Laetitia”, su guía a veces parece ser intencionadamente ambigua, invitando tanto a una interpretación tradicional de la enseñanza católica sobre el matrimonio y el divorcio, como a una interpretación que parece conllevar un cambio en la enseñanza. Como usted mismo, con gran sabiduría, observa, los pastores deben acompañar y animar a las personas que se encuentran en matrimonios irregulares; pero la ambigüedad persiste con respecto al significado real de ese “acompañamiento”. Enseñar con una tal falta de claridad puede, inevitablemente, llevar a pecar contra el Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad. El Espíritu Santo es entregado a la Iglesia y, sobre todo, a usted, para disipar el error, no para fomentarlo. Además, sólo donde hay verdad puede haber verdadero amor, porque la verdad es la luz que libera a las mujeres y a los hombres de la ceguera del pecado, un oscuridad que mata la vida del alma. Sin embargo, usted parece censurar e incluso mofarse de quienes interpretan el Capítulo ocho de “Amoris Laetitia” según la tradición de la Iglesia, tachándolos de fariseos apedreadores representantes de un rigorismo inmisericorde. Esta clase de calumnia es ajena a la naturaleza del ministerio petrino. Parece que algunos de sus consejeros se dedican, lamentablemente, a este tipo de acciones. Dicho comportamiento da la impresión que sus puntos de vista no puedan sobrevivir a un escrutinio teológico, por lo que deben ser sostenidos mediante argumentos “ad hominem”.
Segundo. Demasiado a menudo sus formas parecen menospreciar la importancia de la doctrina de la Iglesia. Una y otra vez usted retrata la doctrina como algo muerto, algo útil sólo para ratones de biblioteca, que está lejos de las preocupaciones pastorales de la vida diaria. Quienes le critican han sido acusados – y son palabras suyas – de hacer de la doctrina una ideología. Pero es precisamente la doctrina cristiana – incluyendo las sutiles distinciones relacionadas con creencias fundamentales como la naturaleza Trinitaria de Dios, la naturaleza y finalidad de la Iglesia; la Encarnación; la Redención; los sacramentos – la que libera al hombre de las ideologías mundanas y le garantiza que está predicando y enseñando el Evangelio verdadero, dador de vida. Quienes infravaloran la doctrina de la Iglesia se separan de Jesús, autor de la verdad. Y lo único que les queda, entonces, es una ideología; una ideología que se conforma al mundo del pecado y la muerte.
Tercero. Los fieles católicos están desconcertados por su elección de algunos obispos, hombres que no sólo están abiertos a quienes tienen puntos de vista contrarios a la fe cristiana, sino que también los apoyan e incluso los defienden. Lo que escandaliza a los creyentes, e incluso a algunos hermanos obispos, no es sólo el hecho que usted nombre a estos hombres como pastores de la Iglesia, sino que permanezca callado ante su enseñanza y práctica pastoral, debilitando, así, el celo de muchos hombres y mujeres que han defendido la auténtica enseñanza católica durante mucho tiempo, a veces arriesgando su propia reputación y bienestar. El resultado: muchos fieles, ejemplo del “sensus fidelium”, están perdiendo la confianza en su pastor supremo.
Cuarto. La Iglesia es un cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo, y el Señor le ha encargado a usted promover y fortalecer su unidad. Pero sus acciones y palabras parecen dedicarse, demasiado a menudo, a hacer lo opuesto. Alentar una forma de “sinodalidad” que permite y fomenta varias opciones doctrinales y morales dentro de la Iglesia sólo puede llevar a una mayor confusión teológica y pastoral. Dicha sinodalidad es insensata y, en práctica, contraria a la unidad colegial de los obispos.
Santo Padre, todo esto me lleva a la última preocupación. Usted a menudo ha hablado acerca de la necesidad de que haya transparencia dentro de la Iglesia, exhortando frecuentemente, sobre todo en los dos últimos sínodos, a que todos, especialmente los obispos, hablen francamente y sin miedo a lo que pudiera pensar el Papa. Pero, ¿se ha dado usted cuenta que la mayoría de los obispos del mundo están sorprendentemente silenciosos? ¿Por qué? Los obispos aprenden rápido. Y lo que muchos han aprendido de su pontificado es que usted no está abierto a las críticas, sino que le molesta ser objeto de ellas. Muchos obispos están silenciosos porque desean serle leales y, por consiguiente, no expresan – por lo menos públicamente; otra cuestión es si lo hacen privadamente – la preocupación que les causa su pontificado. Muchos temen que si hablan francamente, serán marginados. O algo peor.
A menudo me he preguntado: “¿Por qué Jesús deja que todo esto ocurra?”. La única respuesta que consigo darme es que Jesús quiere manifestar cuán débil es la fe de muchas personas que están dentro de la Iglesia, incluso de muchos, demasiados, obispos. Irónicamente, su pontificado le ha dado a quienes tienen un punto de vista pastoral y teológico perjudicial la licencia y la confianza para salir a la luz y exponer su maldad, que antes estaba oculta. Reconociendo esta maldad, la Iglesia humildemente necesitará renovarse de nuevo y, así, seguir creciendo en santidad.
Santo Padre, rezo constantemente por usted. Y lo seguiré haciendo. Que el Espíritu Santo le guíe hacia la luz de la verdad y de la vida de amor, para que pueda dispersar la maldad que, en estos momentos, está ocultando la belleza de la Iglesia de Jesús.
Sinceramente en Cristo,
31 de julio de 2017
Festividad de San Ignacio de Loyola
Vale la pena conocer el signo de Cristo:
El pasado mes de mayo estuve en Roma para una reunión de la Comisión Teológica Internacional. Me estaba alojando en la Casa Sanctae Marthae, y como llegué temprano, pasé la mayor parte del domingo por la tarde antes de la reunión del lunes en oración en San Pedro, en la Capilla Eucarística.
Estaba orando sobre el estado actual de la Iglesia y las inquietudes que tenía sobre el presente Pontificado. Suplicaba a Jesús y María, a San Pedro y a todos los santos papas que están enterrados allí que hicieran algo para rectificar la confusión y la agitación dentro de la Iglesia hoy, un caos y una incertidumbre que sentí que el mismo Papa Francisco había causado. También estaba reflexionando sobre si debía o no escribir y publicar algo que expresara mis preocupaciones y mi ansiedad.
El miércoles siguiente por la tarde, al finalizar mi reunión, fui otra vez a San Pedro y oré de la misma manera. Esa noche no pude dormir, lo cual es muy inusual para mí. Fue debido a todo lo que estaba en mi mente perteneciente a la Iglesia y al Papa Francisco.
A la 1:15 AM me levanté y salí afuera por corto tiempo. Cuando volví a mi habitación, le dije al Señor: “Si quieres que escriba algo, tienes que darme una señal clara”. Esto es lo que el signo debe ser. Mañana por la mañana iré a Santa María la Mayor para orar y luego iré a San Juan de Letrán. Después de eso, volveré a San Pedro para almorzar con un seminarista amigo mío. Durante ese intervalo, debo conocer a alguien que conozco pero que no he visto en mucho tiempo y que nunca esperaría ver en Roma en este momento. Esa persona no puede ser de los Estados Unidos, Canadá o Gran Bretaña. Además, esa persona tiene que decirme en el curso de nuestra conversación: “Sigue escribiendo bien”.
A la mañana siguiente hice todo lo anterior y para cuando encontré a mi amigo seminarista para el almuerzo, lo que le había pedido al Señor la noche siguiente ya no estaba en primer plano en mi mente. Sin embargo, hacia el final de la comida un arzobispo apareció entre dos autos estacionados justo en frente de nuestra mesa (estábamos sentados afuera). No lo había visto durante más de veinte años, mucho antes de que se convirtiera en arzobispo. Nos reconocimos de inmediato. Lo que hizo que su apariencia fuera aún más inusual fue que, debido a sus recientes circunstancias personales, nunca habría esperado verlo en Roma o en otro lugar, excepto en su propia archidiócesis. (No era de ninguno de los países mencionados anteriormente). Hablamos sobre su llegada a Roma y nos pusimos al día sobre lo que estábamos haciendo. Luego lo presenté a mi amigo seminarista. Le dijo a mi amigo que nos habíamos conocido hace mucho tiempo y que, en ese momento, acababa de leer mi libro sobre la inmutabilidad de Dios y la Encarnación. Le dijo a mi amigo que era un libro excelente, que lo ayudó a resolver el problema y que mi amigo debería leer el libro. Luego se volvió hacia mí y me dijo: “Sigue escribiendo bien”.
Apenas podía creer que esto acabara de suceder en cuestión de minutos. Pero ya no había ninguna duda en mi mente de que Jesús quería que escribiera algo. También creo que es significativo que fue un arzobispo lo que Jesús usó. Lo consideré un mandato apostólico.
Entonces, reflexionando sobre esto y después de escribir muchos borradores, decidí escribir directamente al Papa Francisco acerca de mis preocupaciones. Sin embargo, siempre tuve la intención de hacerlo público, ya que sentía que muchas de mis preocupaciones eran las mismas que tenían otras personas, especialmente entre los laicos, por lo que públicamente quería expresar sus preocupaciones también.
Nunca hay que olvidar la historia reciente, Kim. Nunca hay que olvidar nuestra experiencia con Juan Pablo II, nunca. Nunca hay que dudar de que Dios no abandona a su Iglesia, como no abandonó a los apóstoles en la barca, durante la tempestad del lago. Nunca hay que olvidar los miles y miles y miles de cristianos que luchan día a día y son santos con la ayuda de Dios.
답글삭제Nunca hay que dejar de rezar, Kim: por la Iglesia y por el Papa.
Así es, ni olvidar la Historia de la Iglesia ni dejar de rezar por todos los miembros de la iglesia, en especial por el obispo de Roma. Por ambos, el papa Benedicto XVI y por Francisco.
삭제El Espíritu Santo sopla y actúa, son muchos los que van pidiendo corrección, y mucho más los acoj... que permanecen mudos por los demonios. Estos son los tiempos, ¿Habrá Fe en la Iglesia cuando venga el Señor?
No temamos, pequeño rebaño si no confiemos en la Misericordia de quien va a acortar esos días. De S. Lucas:
Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima.
21 Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella.
22 Porque serán días de escarmiento, en que todo lo que está escrito deberá cumplirse.
23 ¡Ay de las que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Será grande la desgracia de este país y la ira de Dios pesará sobre este pueblo.
24 Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento.
bueno Fernando, veremos la iglesia pisoteada, pero, como ocurrió con el Mesías, viva. de san Mateo: Et ego dico tibi quia tu es Petrus et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam et portae inferi non praevalebunt adversum eam.
Oramos siempre en todas las Misas. Pero los Planes de Dios, no son nuestros planes Fernando. Debemos estar atentos a los signos de estos tiempos. Abrazos agradecidos.
hace tiempo que no puedo rezar ya por Francisco. Me resulta imposible, más sí que rezo por Benedicto XVI.
답글삭제A este capuchino inteligente, teólogo y fiel hijo de la iglesia de Cristo, ya lo han echado. Por lo visto la Misericordia que predican, tan solo la aplican a los hijos rebeldes, que no quieren convertirse, ya que todo vale.
Tiempos recios, Teresa,... y tanto. Pero Dios sabe, y de momento calla. Él tiene la llave de la Vida. Nosotros a sus pies, bien pegaditos al manto inmaculado de Santa María.
Un abrazo fraterno
Haces bien en refugiarte en el Papa, Benedicto XVI. Y desde esas entrañas de misericordia, con el asquito que nos produce rezar por los etarras, separatistas, etc etc, meter a los obispos pederastas, los masones, los herejes y los confusos, y parece confuso este Papa y no rectifica. Pero el poder de la oración y Mamá que ablandará ese corazón porteño obrará el Milagro. Abrazos agradecidos.
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답글삭제Nadie acusa al papa de hereje María. El asunto es la confusión, si dices algo que puede entenderse contrario a la doctrina y te quedas en la puerta de pasito, como el caso de la independencia, y te quedas en lo ha dicho, ¿no lo ha dicho?, y alguien, hijo tuyo.... a ti que escuchas a los protestantes y pones el oído a los herejes calvinistas, un hijo de casa te pregunta y quiere que aclares algo que has dicho...¿Vas y lo echas? ¿vas y no le respondes? ¡Anda! ¿dónde está la delicadeza, la paternidad, la...manoseada misericordia? Nadie ha acusado al papa de hereje sino de confuso. Se ha dejado de luchar contra el sincretismo, contra el relativismo. eso es un hecho. Y no son pocos los que no entienden lo que ha dicho en la A.L. que no son unos malvados los que quieren aclarar qué se ha dicho...que son gente con carrera y prestigio que por seguir a Cristo les ha venido la persecución dentro de la Iglesia. Que los únicos perseguidos son ellos, no el papa, que NADIE PERSIGUE AL PAPA EN EL MUNDO. Y eso...no es lo que vivió Pablo VI, ni JuanPa, ni B XVI, todos ellos fueron perseguidos por el Mundo. Pero este...
삭제Sobre la página que indicas, la he leído y agarra el rábano por las hojas, si alguien con respeto te pregunta algo que está confuso, ¿No le respondes?. Enseñar al que no sabe, ¿Te suena?. Y no hablan ni murmuran, se lo preguntan directamente al que ha dicho eso...¿por qué no lo aclara? Nosotros no vamos de fariseos, ni nos escandaliza, después de ver tantos obispos y presbíteros metidos en la cama con chicos a su cargo, sabemos que hay masones, sabemos que el enemigo se ha colado dentro, oímos lo del humo... ¿recuerdas? bien, estamos atentos y el mismo E.S. actúa en todos los fieles que en conjunto tienen ese Sensus Fidei que ha alarmado a muchos. San JuanPa pidió perdón en nombre de la Iglesia por lo que muchos hijos habían hecho, pero él jamás dijo que "la Iglesia era pecadora" como sí ha dicho Jorge.Luego, luego, luego,rectificó y dijo " la Iglesia es santa, los hombres son pecadores" porque una herejía no es decir algo contrario a la Fe sino mantenerlo, porque hablando se cuela un No o un Sí y la frase dice lo contrario que se quiere decir, y queda grabado, como es el caso. Basta, corregir. ACLARAR
Y eso es lo que le piden, pero si él no desea aclararlo, ahí es donde está nuestra sorpresa... NO responde.
Bueno, con el tiempo podrás ver lo que sucede, porque esto que ocurre pasa a la vista de todos, aquí nadie se puede llamar a engaño. Tenemos el deber de estar atentos y rogar por todos, y permanecer fieles a la Sana Doctrina, la de los Padres de la Iglesia, la de SIEMPRE. Tomar la Biblia y el Catecismo de san JuanPa impreso antes de este papado y no apartarnos.
Abrazos agradecidos.
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답글삭제No es una cuestión de gustos.
삭제Si no fuera el Obispo de Roma, se sumaría a muchos que predican cosas confusas. Pero Pedro tiene un mandato: Confirmarnos en la Fe, no confundirnos. En efecto la conversión empieza por uno, la única fuente que conozco brota del corazón traspasado de Jesús. Fuente de Misericordia para todos, todos debemos corregir nuestros errores.
Observa a Jesús, escucha lo que Él dice a unos y otros y no consideres desprecio lo que es corrección, aún en las palabras más duras salidas de la boca del Hijo de Dios, sólo encontrarás amor.
S. Pedro se comportaba distinto cuando andaba entre judíos y S. Pablo intervino...
Ojalá en todas partes hubiera desprecio, persecución, pero no, en el Mundo no lo hay, porque la persecución y el desprecio que han soportado sus últimos predecesores son signo de predilección divina. Todos lo sabemos, Jesús nos advirtió; si eso hicieron con el Maestro... ¿Qué no harán con nosotros?
Entiendo tu punto de vista: 1.-Nadie dice que no sea Papa.
2.- Cuando él o Lutero o Calvino o cualquiera expone doctrina contraria hay que batallar, nada de callar. 3.- Siempre prepararnos con la oración y la penitencia en todo tiempo. 4.- No callar, como Fariseo en Sanedrín. 5.- El justo detesta la mentira, pero el malvado causa vergüenza y confusión (Pv 13,5).
Abrazos agradecidos.
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